03 marzo 2018

W00 Dieta - Yo, yo misma, y las dietas

Empecemos.
Mi madre es probablemente la mujer más feminista que conozco. Cree que todas las diferencias hombre-mujer son debidas a condicionamientos de conducta. Y todas son todas.
Mi madre es la razón por la que yo siempre fui feminista, cuando estaba de moda y cuando no.
Pero todos tenemos pequeñas inconsistencias, y aunque mi madre lo disfraza de salud, el estar delgada es muy importante para ella. Estar delgada para "que se te pueda mirar", junto a una larga lista de imperativos, llevar el pelo perfecto, los pendientes, las uñas, el maquillaje. Siempre he tenido tendencia a engordar, y mi madre a decirme que estaba gorda, incluso cuando realmente no lo estaba.
Cuando era pequeña, me decía, crecerás y lo pasarás mal por estar gorda. Bueno, en eso se equivocó. Siempre me ha dado algo igual. Es cierto, me miro en el espejo y me veo gorda. Pero en cuanto no me miro, se me olvida, y me relaciono con las personas como si mi volumen no existiera. Normalmente no tengo un espejo en frente, así que ese es el 99% del tiempo.
Sólo me acuerdo de que estoy gorda cuando me rechazan. Ya ves qué estupidez. Como si no hubiera mil razones (razonables e irracionales) para rechazarme. Pero siempre los racionalizo con mi peso.
Por unas razones u otras, de vez en cuando, me pongo a dieta. Pierdo el peso que tengo que perder y poco a poco lo vuelvo a recuperar.
Quizás porque me he pasado de rosca, o quizás porque como en esta ocasión, tengo una boda en ciernes, y no me quiero comprar otro vestido. Y en ocasiones especiales me gusta que me miren, me gusta que dejen de ver a la chica conflictiva y para variar, me objetivicen, y obvien a la persona. Porque la persona es demasiado para el mundo, porque la persona incomoda. Yo siempre incomodo. No es porque esté gorda. Mi madre también incomoda, y no lo está.
Podría hacer dieta sola, pero eso normalmente no funciona. Necesito tener que reportar a una persona para poder perder peso. Simplemente porque en el fondo, verme bien y delgada, muy profundamente, me da igual, aunque intelectualmente sé que es más saludable no tener sobrepeso. Tengo un respeto irracional por la autoridad, y me gusta obedecer. Cada vez obedezco menos (la semana pasada he tenido un pollo con mi jefe que sería interesante compartir), estos pequeños inexplicables placeres de reportar hacen más llevaderas las dietas. Me gusta someterme al control de otras personas. Reconozco que incluso he tenido fantasías con ello.
Así que acabo de empezar una dieta. De esas de aprendizaje alimentario (jajaja, como si yo no supiera lo que tengo que comer para perder peso). Cuesta una pasta, pero en realidad, eso también es importante. Cuando las cosas cuestan dinero, tendemos a valorarlas más. Y reporto a nadie más y nadie menos que a una amiga del instituto.
Son 16 semanas, y con el permiso de Arena (que tiene una experiencia con su peso y su volumen muy distinto al mío), intentaré reportar aquí también. Aunque aquí, más allá que Arena, nadie realmente escucha, y Arena nunca me regañará por saltarme la dieta. Ella tiene una idea feminista de las dietas muy parecida a la mía.
¿Empezamos?

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