14 noviembre 2014

Madrid

Tenía que haber escrito sobre mi viaje a Portugal. No pudo ser, porque justo después conocí a Ole, que es un señor que lo está pasando muy mal y anduve jodida por un tiempo.

Pero como a Ole se lo llevaron al hospital y no creo que lo vuelva a ver, poco a poco he ido recuperando el placer por la vida.

Mamen y Ana y Ana y Mamen. Yo no suelo mezclar a los amigos, pero es que sería un desastre seguro. Incluso Arena tendría roces con cualquiera de las dos anteriores, y el mexicano con cualquiera de las otras tres.

Con Ana fui a un búlgaro, porque le insistí. Las cosas siguen turbias. Me dejó claro que se va a presentar a dos oposiciones, a falta de una, y le di la enhorabuena, y le pregunté que por qué dos. Me dijo que había trabajado tres años (vamos, tres años que den puntos, los otros dos son sin puntos), y que como sale una oposición ahora para un proyecto de su jefe, así podría demostrar tres años y tres meses.

A mí me sorprendió que a su jefe no le escame, si ese es el plan, que un puesto se le vaya a quedar vacío hasta que la administración le de por abrir otro proceso de oposición. Además, la segunda oposición es la de ser funcionaria, y se suponía que iba a ser en Diciembre, hace seis meses. Hace tres meses era en Enero, y ahora es en Mayo/Junio. O ella es muy inocente o sigue considerando que no puede demostrar que yo hubiera podido tener la razón. O sigue en la negación de la realidad, que con sus precedentes, bueno, me cuadra más.

A Arena le hubiera encantado porque cuando torció la nariz y dijo que le costaba entender la feminidad de las chicas del norte, dije que la feminidad de las chicas del sur me resultaba grasienta. No tolero más ni una sola conversación de feminidad. Tal y como yo lo veo, hay dos tipos de feminidad en este mundo: la de Blancanieves y la de la madrastra. Si no eres capaz de ver el morbo de la madrastra, es que sólo entiendes un lado del asunto. Nosotras ya no tenemos edad de ser Blancanieves de cualquier manera, y ella se va quedando desfasada.

Haciendo examen de conciencia, sé que la culpa es mía. He dejado de tolerarla. Hay que mirar el lado bueno. Si todavía viviera en Madrid, este proceso sería más doloroso.

Lo de Mamen lo dejo para un post posterior, porque esa conversación también tuvo miga.