23 septiembre 2013

Me encantaría volver a tener corazón

Me encantaría volver a tener corazón para que pudieran partírmelo, claro.

En otro orden de cosas, las chicas a las que han despedido han adoptado la estrategia de decir que ellas llevan dos años aquí y que deberían despedirnos primero a los que acabamos de llegar. Conmovedor. A mí me daría vergüenza, pero a esto hemos llegado.

17 septiembre 2013

Not at risk

Nos deberían dar un pasaporte con sellos, en una página pondríamos cada vez que nos libramos de un ERE, en la otra cada vez que te toca.

Al conocer a una persona, sabrías cuánta sensibilidad le queda mirando su pasaporte. Cuando te libras, te sientes bien por un segundo. Luego miras a tu alrededor.

Sociópata

La crisis me está cambiando. Debería estar templando mi alma, debería valorar el trabajo que tengo por encima de todas las cosas. Pero nunca aprendo lo que debo. He pasado por dos EREs, o algo parecido, y me despidieron en uno. Ahora que tenemos una reunión dentro de una media hora para anunciarnos algo que todos creemos que es un ERE, empiezo a sentir la fatiga en mí.

No es culpa de las empresas el mercado en que nos movemos, pero tampoco es culpa mía que a golpe de ERE, vea que la relación comercial que supone un empleo me la sople cada vez más. Y claro, si las relaciones amorosas cada vez las trivializo cada vez más, si los empleos empiezo a trivializarlos (todavía no he llegado a ese punto, pero llegaré), si cada estructura de la sociedad tradicional me parece cada vez más insignificante y nimio, llegará un punto en que habré perdido la empatía.

Tenía esos pensamientos lúgubres cuando venía hacia aquí y escuchaba radio clásica (de la BBC) para evitar que los atascos de St Vincent me afecten. Y me han puesto, justo llegando, la banda sonora de Batman. No es justo. Hace que todavía me importe un poco.

Venga, otro día. Algunos pensarán que tengo problemas de primer mundo, que me quejo sin razón. No me quejo, advierto que voy perdiendo humanidad. Estoy dispuesta a volver a Dinamarca y camelarme a quién yo me sé con tal de ser madre. Eso hubiera sido inconcebible hace sólo dos años, antes de mi primer ERE.