06 junio 2011

¿Por qué soy yo la cínica?

Según la RAE, cinismo es:

1. m. Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.

Yo me siento más identificada con "la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables". Por eso acepto que me llamen cínica y sarcástica. Lo soy. Me gusta lo políticamente incorrecto, sabiendo además, que cambia dependiendo donde se está.

He pasado el fin de semana tranquilito, y cuando volví, tomé una decisión. El chico que ya no sonríe nunca no podía seguir por donde iba. No es que me estuviera haciendo mobbing, pero empezaba a parecerse a "una actitud hostil prolongada en el tiempo", así que decidí tomar el toro por los cuernos.

En cuanto se quedó solo, me acerqué (le acorralé, en realidad) y le pregunté si tenía un momento. Me dijo que sí, claro. Ahí me acobardé un poquillo e intenté suavizar un poco preguntándole que qué tal. Bien, me contestó, pero no me preguntó que qué tal yo ni nada lejanamente educado.

"Mira, yo sé que te pasa algo, pero eso es cosa tuya. De cualquier manera, ¿me podrías devolver el saludo?". Me preguntó cuándo no lo había hecho. El miércoles en la parada del autobús. Dijo que no se había dado cuenta. Pensé, "pues debiste ser el único de los 10 que estábamos en la parada que no se dio cuenta". Pero contesté "pues mira, mejor, casi lo prefiero así". Creo que notó mi incredulidad.

Fin de la conversación.

Esto sí es cinismo, y no mi sarcasmo.

01 junio 2011

Dios me libre de violar libertades individuales

Desde que me mudé, sólo me he enfadado dos veces.

No soy adivina. Mi sarcasmo debería protegerme ante los golpes. Pero no lo hace. Aunque me de cuenta de las motivaciones, y de que en el fondo, no he podido hacer algo tan malo para merecer el vacío al que estoy sometida por el chico de la hermosa sonrisa, aunque ya nunca sonría, hay algo en mí que me hace sentir culpable.

Porca miseria de educación católica. Podría haberme ayudado para tener fe en un ente superior que justificara todo el sinsentido, pero no. Esa parte no conseguí asimilarla. Pero lo de que siempre tienes algo de culpa, esa no me la quito de encima.

Cerrar puertas nunca es definitivo. No en mi caso (no reabrí la puerta veces con mi querido Marco). Soy demasiado voluble. Por eso me gustaría estar mucho más serena mientras escribo esto. Ayudaría a que fuera definitivo.

Pero nunca cerré ni una sola puerta como acto de serenidad. Serena, es como si todos los demás fueran niños que no se dan cuenta del alcance de sus actos.

En fin, mañana veré Berlín por primera vez. Poner distancia REAL ayuda a retomar los sinsabores de la vida con otra perspectiva. Tomaré decisiones al volver. Porque me heriría el orgullo volver a cerrar una puerta de boquilla, y no de forma real.

Los hechos concretos. Hemos estado 10 minutos esperando el autobús sin saludarnos. Yo llegué a la parada después, él sabía que iba (porque trabajamos juntos y es el bus de volver del curro), pero fingió estar profundamente interesado en su móvil. Busqué un par de veces su mirada, pero el móvil era su escudo. Llegó el bus, me apresuré a subirme y a esconderme en los asientos de la parte de atrás, por no sufrir otro desprecio de "hago que eres invisible y ni me siento contigo". Y el muy tonto cuando fue a hacerlo, se dio cuenta de que no estaba. Levantó la presuntamente mirada perdida porque yo había desaparecido dentro del bus.

Y yo sentí la rabia amarga de haber ganado un pueril juego en el que no quería participar. Con un cobarde (al que ni siquiera fue difícil derrotar) que veo todos los días y que encima trabajamos en el mismo departamento. Y recordé las palabras de Marco, que yo con él me había vuelto demasiado resabida.