19 junio 2016

Publicidad y otras deformidades

Últimamente me molesta la soltura que la gente tiene para resaltar los defectos de los demás. Sin permiso, sin confianza y sin consulta. Soy especialmente sensible al exceso de confianza por parte de la gente y me joden las reacciones cuando respondes con el mismo grado de intrusismo.

Nunca he tenido mucho filtro. Y lo peor: soy creativamente bruta. tengo toda una selección de formas de mandar a la gente a comerme el coño. Mandarles a la mierda se me antoja naif cuando alguien sobrepasa los límites de la educación, así que yo hago un gentil rodeo para esquivar esa misma educación.
En mi casa flipan. A mi padre se le llevan los demonios y clama al colegio de pago en el que invirtió. Siempre le contesto que imagine cómo estaría sin ese colegio. Probablemente cuando lo dice estaría separándome de una pelea de gatas jajajaja.

Pues me molesta la publicidad. Ésa que se cuela en mi casa para decirme que tengo el pelo feo y debería usar su producto para hacerlo bonito. Que tengo pelos donde no debería y me dan 18 opciones diferenciadas por zonas. Que me lime las zarpas, los pies y me dé crema. Que soy infeliz y me coma un helado, que ahora los tienen de pequeño tamaño para llevar en el bolso (¿Qué bolso tiene un bolsillo de cámara frigorífica señores? Vamos hombre...). Además soy gorda, así que debo tomar pastillas para adelgazar. Estoy sin trabajo y debo usar OTRA app para buscar curro desde mi sofá. Estoy sin pasta, así que debo pedir un crédito. Estoy soltera así que debo buscar pareja en aquella web. Cuando encuentre pareja, debo comprar geles estimulantes para contentarle y sorprenderle. Debo buscar un viaje, pero barato. Supongo que debo pagarlo con los créditos que me han hecho pedir. Y debo comer mil cosas con azúcares y grasas saturadas pero arroz integral con un equipo de natación que sigue con la pinza de nariz puesta porque aquello puede oler a poza estancada.

En un sólo bloque de publicidad nos han puesto de vuelta y media. Especialmente a las mujeres. Y se cuelan en mi casa para decirme, esencialmente, que soy imperfecta que tengo defectos pero que pueden ayudarme a cambio de dinero. Pues me vais a comer el coño entre todos, en fila india y a ritmo de dos por cuatro, hasta que hagáis merengue o tengáis la lengua como una goma de borrar de primaria. Lo que pase antes.

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