13 marzo 2011

De lo que se entera una haciéndose pasar por sorda


LunesMartesMiércolesJuevesViernes
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Lo majo que es éste chico, y es que no puedo decir más que que me encanta.

Bueno, ese es el resumen de la semana. El martes no nos vimos, no es excusa, podría haberme puesto un sms. El viernes tampoco nos vimos y aún así, se ganó 4 puntos... Todos recompensados en su debido momento.

Me planteé el martes que no sabía por qué no había decidido ganar puntos, pensé que tal vez por timidez. Pero eso es el campo del psicoanálisis y no de la ingeniería conductual, así que lo dejé pasar. Simplemente es una actitud que no hay que premiar.

Hay otra chica. Una amiga nuestra, colombiana. A veces me preocupa que los colombianos se dediquen tanto tiempo a fastidiarme y no a luchar contra las FARC. En fin, yo miraba de soslayo porque con ella no es tan rígido como conmigo. Volvemos a lo mismo, simplemente es un comportamiento al que no hay que prestar atención así que lo dejé estar. Al fin y al cabo, yo parto de la hipótesis de que NO se va a liar conmigo, así que tampoco, no desearle la felicidad no merece la pena. Este es sólo un juego para mí.

Ayer cenamos todos en su casa, la chica incluida. No estuvieron demasiado mal. Cuando marchó, me dejó a cuadros. Cal, a este chico le das miedo. Tócate los cuyons. En realidad, me encantó, para qué mentirnos, al menos eso me da esperanzas. Fue delicioso.

Hablé con él directamente, sin tapujos. Le dije que confiaba en que si tenía algún problema conmigo, me lo contara a mí. El reía nervioso. Que esperaba no tener que volver tener que enterarme de esa manera. Que por qué tenía miedo. Se fue por los cerros de Úbeda y dijo que porque le había echado pimienta en los ojos. Miré con los ojos como rendijas y le dije que no creía que me hubiera cogido miedo en ese momento, que la cosa venía de atrás. Se envalentonó y dijo que si lo sabía, a qué venía preguntar. Le contesté que que me diera cuenta en retrospectiva no implicaba que me diera cuenta en su momento. Que esperaba que en adelante actuara como un adulto. Dijo que la madurez era aburrida (a veces me recuerda tanto a mí). Le dije que como quisiera, pero que en adelante si tenía un problema, confiaba que viniera a mí.

Le miré divertida, y me preguntó angustiado que "QUÉ?". Le dije que nada, que si sólo estaba allí como todo el mundo en el bar. Dijo que qué más tenía que decir. Y todavía más divertida, le dije, nu, yo nada, además, mejor MÓJATE tú.

El chico estaba tan incómodo que debía haberme sentido mal, pero la verdad es que yo me sentía por las nubes.

El sabor es agridulce. Por qué no se remata la faena de una vez y nos dejamos de tonterías? Algo comentó sobre que él estaba preparado para la batalla, pero no creo que debiera verme como una enemiga, sino como una aliada.

Pero volvemos a caer en el psicoanálisis, y estoy decidida a seguir siendo conductual.

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