09 agosto 2015

Noruega -3-

El día siguiente fue más o menos bien, llegamos por la tarde a la cabaña que había alquilado. Visto lo visto en ocasiones anteriores, no me atreví a meterme en la cama con él, y dormí en otra de las muchas que había. Puede que le sentara mal o que le sentara bien, pero él cerró la puerta hace mucho tiempo y traerme a la montaña a Noruega no me parecía señal suficiente para dejar entrever que ya se podía entrar.

Fuimos a hacer el famoso hiking. Miró el mapa y lo interpretó a su manera, claro. Antes de eso ya habíamos tenido varias situaciones a lo largo del viaje en las que obviamente no se enteraba demasiado bien con los mapas. Así que llegó a la conclusión de que el camino empezaba, a la mitad había un funicular y que luego se podía seguir andando o en funicular.

No me gustó el tono en el que dijo que íbamos medio camino y luego yo cogía el trenecito. Pero como estaba obviamente equivocado (el funicular se cogía 1 km más allá por la carretera como claramente indicaba el plano) pues no dije nada.

Cuando fue obvio que no íbamos a llegar a ningún funicular, él ya estaba hasta las narices de mí porque no iba rápido, y se tenía que estar parando a cada rato. Además estaba muy sensible. Cuando estaba cansada, le decía que teníamos que repetir la experiencia pero buceando. "What?" con tono agudo e irritado fue su respuesta, y ya me quedó claro que no.

En otro momento, cuando la caseta estaba todavía muy alejada, una chica al lado mía empezó a protestar "You must be fucking about it". Se volvió serio y me volvió a soltar su "What?" recriminatorio.

Aquí está el trato, me dijo. Llegamos a la caseta, tú te quedas y yo termino los últimos 500m hasta llegar al pico. Luego tú te vuelves en tren y yo vuelvo andando. Otra vez el tono que indicaba que yo podía obedecer o empezar una pelea de novios que no éramos.

Llegamos al refugio, él se fue solito al top y volvió y dijo, venga, ahora te acompaño al funicular. Le dije que me sentía descansada. Me dijo que le daba igual, que él quería bajar rápido la montaña y que no quería que le molestase. Le dije que el tren costaba 30 euros. Le siguió dando igual. Me fui malhumorada al tren y se enfadó. Dijo que aquel era el trato que yo había aceptado, y que quería que me fuese en el tren pero de buen humor.

"No te preocupes, se me pasará".

Estuvimos jugando al Scrabble, por la noche. Spoiler alert, esa era la única razón por la que le acompañara a Noruega. Odia cenar solo y estar solo por la noche en casa. Pero bueno, todavía queda el último día.

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