22 septiembre 2006

Andrés Laguna me controla

Curioso cómo pasan las cosas.

Andrés Laguna... Era un chico que me gustaba. Andrés, amiguísimo de Marco, me gustaba (¿me gusta?) mucho.

Me lié con él antes que con Marco. Porque al fin y al cabo, lo de Marco empezó como un desahogo, aunque de aquello haya pasado tanto tiempo. Pero Andrés, al día siguiente de liarse conmigo, me dejó de hablar, o me hablaba poco (no me negó el saludo, fue más sutil).

Después pasó lo de Marco. Seguía tonteando con Andrés, llegué a un par de picos muy descarados, algún besiño con lengua. Pero cosa de quinceañeros.

Lo de Marco siempre fue discreto. Al principio, al menos. Hubo una época en que no lo fue. Luego, después de que él me dejara por el amor verdadero (whahahahaha) y volviéramos a liarnos más tarde, no volvió a ser muy discreto, pero sí algo. Es decir, siempre se vio el humo, nunca el fuego.

Ayer salimos. Extraño cuarteto. Andrés, Marco, el bueno de Vigo (novio de mi queridísima Mesalina, con la que me lié) y yo.

Cuando ya estábamos durmiendo Marco y yo en mi casa, llamó Andrés con una excusa barata. Resulta que Andrés nunca me llama, jamás. Y tuvo que elegir ayer, supongo que quería saber. Me preguntó, ¿está Marco? Sí, te lo paso. Y no sé qué le contó. Pero hasta Marco se dio cuenta de que no era muy lógico todo aquello.

No sé si fue amargo. Lo siento por él. Ojalá todo esto fuera más fácil, ojalá no me ignorara de vez en cuando, ojalá no despareciera cuando le da por ahí.

Ojalá no jugara él tanto conmigo, porque así él no me obligaría a jugar a lo de cal y arena.

No hay comentarios: