28 noviembre 2012

El amor después del amor

Ayer hablaba con mi amigo el mexicano. Le abrí conversación después de mucho tiempo porque oí que iba a haber despidos en su empresa (malos tiempos para la lírica, otra vez) y aunque las últimas veces que fui a Madrid me negué a volver a acostarme con él, bueno, 60 despidos que penden sobre su cabeza son razón suficiente para al menos, saludar.

Hablamos, y hablamos, y hablamos. Llegamos a lo "mini" nuestro, y me dijo que se sorprendió de lo fría que era después de hacerlo. Y le contesté que para mí abrazarme a alguien después de hacerlo y quedarme dormida, significaba algo que no teníamos.

Lo he estado rumiando y es completamente estúpido darle ese significado. Al menos, la mayoría de la gente no se lo da, lo importante es lo de antes, si eso sucede, ya hay algo. Eso es fuente de tantos malentendidos para mí que posiblemente la que esté equivocada sea yo.

Me llevó a otro tiempo la conversación. A Marco, claro, y cuando yo me negaba a ver con él el fútbol, o a ponerlo mientras cenábamos. Tuvimos alguna bronca porque me negué hasta el punto de decir que si encendía la televisión me iría a comer a la cocina. Me dijo que le parecía estúpido que no pudiera hacer eso. No contesté, pero pensé, "sí puedo hacerlo, pero no por ti. Lo haré por alguien que me quiera y al que yo quiera sin reservas".

Y sigue siendo estúpido cargar de tanto significado a cosas insignificantes. Es decir, es como si al abrazar la teoría liberal y descargar el sexo de significado sentimental, lo hubiera transferido a otros detalles que para la gente pasan desapercibidos. Y es que el anterior pensamiento suena a "sólo veré el fútbol con mi marido, me reservo para él, si lo hago contigo ya no tendrá significado para mi, será otra cosa que habré puesto en tu altar y quiero ponerlo en otro".

Perder la virginidad no perdió su significado, simplemente se transfirió a otros detalles todavía más vacíos. Si perdiese del todo el significado de estos detalles, entonces me convertiría en lo que poco a poco me voy acercando: una absoluta descreída.

Claro que en las comedias románticas ese es el momento en que aparece Hugh Grant.

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