31 agosto 2010

31/Agosto/2010

Querido diario:

Bueno, el mexicano que se dedicó al acoso y derribo consiguió lo que deseaba, o tal vez no. De cualquier manera, nos liamos por fin, después de casi dos años de persecución. Le dije en la mejor de mis versiones, que si estaba seguro, que yo no deseo nada, que puedo liarme con otros y que de hecho, lo hago.

Él, orgulloso, dijo que yo no le conocía en realidad. Que a él no le importaba.

El problema es que mientras más malas somos, más caso nos hacen. Mola buscar el imposible.

Pero, acaso, ¿no se me puede achacar el mismo pecado a mi? Ese chico, que era tan majo, tan lindo, tan .... MONO .... No le vi de esa manera, no fue lo suficientemente malo.

Y sin embargo, ese, que no vale ni dos duros, que me chuleó, que me dirigió, ese que decidió por mi sin haberle dado explícitamente esa libertad. Ese que con una sola mirada me rompía el corazón. Ese fue el que me erizaba la piel.

Algún día contaré la historia de la pelirroja y Marco y una noche de Savoy.

En fin, que el mexicano se ha ido hoy contento a trabajar. Aunque a él, yo creo, no sabría si encuadrarlo entre los malotes o los monísimos. Ya se verá.

Besos a tod@s.

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